Llegaron innovando e invadiendo las calles de las grandes ciudades, como una novedad exótica que permitía a los usuarios desplazarse de una manera más eficaz y sostenible. Sin embargo, un reciente estudio presentado por la revista Environmental Research Letter reveló que este vehículo de movilidad personal no es tan ecológico como aparenta.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte ha analizado las emisiones que generan a lo largo de toda su existencia para medir su verdadero impacto medioambiental, desde la producción de materiales hasta la carga y descarga del producto en las ciudades. Además, han comparado su huella ecológica respecto al resto de opciones de movilidad en base a cuatro factores: su impacto en el cambio climático, en la carga de nutrientes en el agua, en la contaminación del aire y en la acidificación que provoca en los ecosistemas.
Según los resultados que han obtenido, creen que actualmente la bicicleta o el transporte publico resulta mas sostenible que el actual sistema de patinetes eléctricos. De todas formas, si que es una alternativa preferible al coche. «Su impacto ambiental proviene en su mayor parte de dos áreas: el uso de otros vehículos para recoger y distribuir los patinetes y las emisiones relacionadas con la producción de materiales y componentes», explica el investigador Jeremiah Johnson, coautor del artículo.
En ciudades cada vez más pobladas los llamados vehículos de movilidad personal siempre se venderán como una alternativa sostenible que pueda sustituir el uso del automóvil y las emisiones que produce. Sin embargo, las empresas de alquiler recurren a empresas y usuarios para recoger, cargar y redistribuir los patinetes en los lugares que consideran más adecuados, actividad que se realiza en gran medida con automóviles. «El resultado es que en ciudades como Madrid tienes cada noche una flota de furgonetas circulando y compitiendo entre sí», afirma Paco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción.
Javier Navarro